6 de junio de 2009

Andrés Calamaro - Pasión, descenso y gloria en una caja de ocho discos

Andrés. La década clave de Calamaro en 108 canciones

SEBASTIÁN AUYANET

Años de trucos en primera persona, autobiografía y rimas para cantar con amigos. Descenso a los infiernos, toxicidad, regreso y discos fundamentales. Todo eso es homenajeado en una caja que Calamaro se regala y ofrece a todo fan que se precie de tal.


"Una década de grabaciones, de episodios personales y artísticos, de vida llevada más allá de los límites de la prudencia y la actividad musical, una década que arranca con gloria, gloria que desemboca en desgaste y toxicidad, en desenfreno catártico, así en lo expresivo como en todos los órdenes de la vida y la noche".

No hace falta agregar más a lo que el propio autor escribe en el librillo que preside la caja de seis discos y dos DVD. Andrés - Obras incompletas es una caja que recorre la década que artísticamente comenzó con un Calamaro rehaciendo armas como solista y hoy lo encuentra en un altísimo punto de convocatoria popular.


Pero que nadie se apure al descarte porque aquí se resume toda la historia: las canciones indelebles, los conciertos consagratorios, los covers de rigor y la obsesión experimental de los años de El salmón (2001) y la etapa "camboyana", como también llama el músico a sus cuatro años de ausencia y grabación frenética.


Se trata de una antología desprolija y exquisita que supera las 100 canciones entre clásicos, rarezas sin editar y canciones en vivo.


Si en El salmón Calamaro había hecho algo más que entregar la obra -es decir, la entregó sin depuración, poda o clasificación, con cinco discos que reflejan algo más sobre el proceso freak de ese trabajo- la caja es un polaroid que abarca lo que puede ("era siquiera imposible escucharlo todo", dice Calamaro) acompañadas en cada una de las paradas de un comentario del propio autor y de un amigo o involucrado en el proceso que ofrece una anécdota o sensación sobre la pieza.

¿Qué recibe el fan, entonces? Para empezar, muchas canciones crudas que se prestan para la exploración y que definen a la caja como un objeto único para el coleccionista que venga siguiendo al músico disco a disco y quiera algo más.


Uno de los ejemplos a explorar es Comida china, un "no hit" del disco Alta suciedad. En la caja, Calamaro incluyó una versión extraída del demo y también una previa, la balada El otro lado del viento, que el cantante luego cambió para el tema que llegaría al disco. También aparece por ahí un extraño remix en clave FM de All you need is pop en plan electrónico.


A la vez, el cuarto disco de incluye varios olvidos de viejas sesiones que llegan para incorporarse a la lista de clásicos pop del músico. El difundido Bachicha y sobre todo De la lluvia -un descarte que ya tiene doce años- son dos canciones a las que como mucho les faltaba un hervor, pero denotan la lengua popular del músico y de su talento para hacer de la canción un hit mental inmediato.


El quinto disco es un producto genuino de ese retiro en Camboya. Quizá el más árido es el que explica esos años entre discos como El cantante y El Palacio de las flores, que el músico también defiende en esta caja con varios temas incluidos. Entre Uruguayo sin termo y Manifiesto común aparecen muchas otras canciones prefabricadas, catárticas y oscuras.


La colección se remata con los DVD claves, que testimonian baños de multitudes, videos, sesiones de estudio y fines de semana en la guarida matando el tiempo con más y más canciones.


Son "sólo" seis discos, dice Calamaro sobre la primera caja especial de su carrera. Tras Andrés... hay algo de ego artístico y también de redención personal. Pero se trata de la década más importante del Calamaro artista y del Calamaro persona, y muchos fans que ganó en estos diez años se pueden llevar el documento definitivo de esa década incendiaria.

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